Sexo mientras habla por teléfono: ¡Me ponen las guarradas!
Todavía recuerdo aquella ocasión en la que tuve sexo con una ejecutiva que siempre estaba ocupada. Ocurrió cuando empecé a trabajar en una gran multinacional; primeramente estuve de operario hasta que por fin, con el paso de 6 meses, cuando hube demostrado mi valía, me dieron un despacho propio, bueno, más bien un cubículo, junto al lado de la jefa de ventas. A pesar de que esta mujer dirigía todo el departamento, en muy raras ocasiones salía del despacho, todo lo gestionaba su ayudante.
Era completamente inútil darle los buenos días, ya que siempre estaba hablando por el teléfono.
Un día llegué tarde al trabajo; se acumularon todos los infortunios que le pueden pasar a un hombre; no sonó el despertador, pillé un gran atasco, el coche me dejó tirado a mitad del trayecto. Cómo me interesaba conservar el empleo pese a todo, decidí quedarme a hacer horas extra para recuperar el trabajo.
Me quedé hasta altas horas de la noche, cuando creía que no había nadie más.
A la 1 de la madrugada salió mi jefa y supuse que a esa hora se iba siempre a trabajar. Sin embargo, no llevaba sujetador ni nada en la parte de arriba. Era obvio que imaginaba que no iba a haber nadie en la oficina.
En lugar de alarmarse por mi presencia, se acercó a mí y me dijo que le mamase los pezones. No se si me ponía más verle esas enormes tetas o que me obligase a chupárselas; la cosa es que, aun teniendo pareja, accedí a hacerlo.
Luego se quitó las bragas, me sacó la polla cómo quien saca un bolígrafo de un escritorio, se sentó encima y follamos… bueno, más bien me folló ella.
A mitad del interludio amoroso, tuvo sexo mientras habla por teléfono; le llamó un ejecutivo de ventas y le iba diciendo números mientras no se esforzaba en dejar de jadear. Se corrió en un tiempo récord y con las justas yo llegué a hacerlo.
Nunca más dirigimos ni una sola palabra; fue una de esas experiencias que recordaría por siempre.