Todavía me acuerdo de Jaime y su obsesión por encontrar una chica perfecta para él. Por mucho que lo intentará, parecía que tenía en su cabeza el cartel escrito de “busco chicas” lo que hacía que las mujeres se acercasen de él.
Nunca pude saber lo que realmente pasaba por su mente, pero estoy casi seguro que se sentía muy solo y en algunas ocasiones buscaba aliento llorando en la oscuridad.
Muchas veces le intenté ayudar: le presenté a algunas de mis amigas con el objetivo de que hubiera feelin con ellas, pero Jaime tenía un orgullo mucho mayor con su necesidad de encontrar a alguien que le quisiera, por lo que siempre aseguraba que no necesitaba a nadie.
Era prácticamente imposible penetrar en su corazón. Las pocas veces que había conseguido saber lo que pensaba era a través del alcohol o en experiencias divertidas en las que se sentía completamente desinhibido y empezaba a hablar.
Una historia con un final infeliz cuando busco chicas
Yo siempre se lo decía: no yo voy diciendo por ahí que busco chicas pero, en cuanto las tengo delante, no me cierro a la posibilidad de tener nada con ellas. No sabía exactamente lo que pretendía, si es que estaba reservándose a la mujer perfecta o es que era idiota sin más.
Lo peor de todo es que, cuando conocía a una chica que realmente le gustaba, lo único que hacía era tratarla mal, como si ese mecanismo de defensa que tenía dentro, para no dejar entrar a nadie a su mente, se volviera a activar.
Hace algunos años tuvimos una pequeña pelea y ya no nos hemos vuelto a hablar. No por nada relacionado de chicas, en realidad fue por una tontería. No obstante, a veces me pregunto se habrá podido encontrar finalmente el amor que internamente ansiaba.